De pequeña, me divertía con los trabalenguas.
Nos juntábamos un grupo de amigas y comenzaba la fiesta. A ver quién era capaz de decir el juego de palabras lo más rápido posible.
Algún trabalenguas estaba creado con muy mala leche.
“Había un perro amarrado a la rueda de un carro”
Ay … pobre de quién tuviera problemas para pronunciar la R … semanas de diversión para todo el mundo excepto al afectado de rotacismo ¡toma palabro!.
En fin, cosas de niños. Y no tan niños.
Resulta que el trabalenguas del coco me gustaba especialmente.
Quizá porque se me daba bien.
O porque adoro el coco.
O ambas cosas, quién sabe.
Verás.
Un porrón de años después de esos momentos dulces de infancia, y unas cuantas arrugas encima, me acordé del “como poco coco como, poco coco compro”.
¿La razón?
Saber si me sentaba bien el coco o me afectaba al intestino.
Y lo mismo con la patata.
Y el pan.
Y la pasta.
Y la lechuga.
Y el aguacate.
Verás.
Alguien me dijo que el aguacate tiene mucha grasa.
Oh!! Grasa!! Que alguien llame a la policía!!
Que no cunda el pánico, parece que es grasa saludable, de esa que sube el colesterol bueno.
¿Cómo? ¿Colesterol bueno?
Pues sí, colesterol bueno.
De locos.
No sé a tí, pero a mí, la alimentación me ha traído de cabeza.
Mira.
Hay alimentos buenos para la fibromialgia.
En la guía hablo sobre alimentación, dietas beneficiosas y hasta indico una dieta antiinflamatoria que puede ayudar con los síntomas.
Ayudar. No curar.
Guía esencial de fibromialgia.
Y ahora, un reto:
Si logras decir “como poco coco como poco coco compro” tres veces seguidas sin equivocarte [y sin trampas], me lo dices. Y si no, también, me hará mucha ilusión leerte.
Mayka Ortiz.
Deja una respuesta